Me enamoré de cada gesto que hiciste, aunque no fueran dedicados a mí. Adoro cada uno de tus actos, hasta los más simples, aunque representen muchísimo más para mí que para ti. Me encanta cómo hueles, me encanta la melodía que desprende tu sonrisa, acompasada por algunas notas que desprende tu piel.
Creí haberme salido del camino, pero no. Sólo estaba cogiendo uno de esos atajos que más que disminuir, alargan tu viaje. Para hacerlo más interesante.
Me alegro de que siempre esté esa persona capaz de devolverte tu cordura. Capaz de devolverte a la realidad a base de verdad y evidencia. Capaz de romper tus sueños, pero de devolverte otros a la vez.
Ya me he perdido bastante, pero a fuerza de hacerlo, sé hacia dónde no debo tirar. Es un placer poder contar con vosotros.
Nunca dejéis de gritarme la verdad a la cara, aunque yo no quiera oírla.
Nunca dejes de ser mi más preciado recuerdo, dulce.
Y a ti, mi cielo, te repito: ‘Lucharé por ti, hasta que mi cuerpo aguante.’
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